Por Patricia Gil García

Tzaraat es un término que comúnmente se traduce como “lepra” y es la manifestación física de una conducta espiritual inadecuada principalmente por la maledicencia y se manifiesta en forma gradual  en la medida que el responsable continuaba con sus malas prácticas. Primero se manifestaba en las paredes de su casa, luego en los objetos de cuero y finalmente en su propia piel (Tomado de Torat Emet página 290).

La maledicencia o hablar mal, es una situación que viéndolo con detenimiento no sólo afecta a la persona de quien se habla sino según los Rabinos más antiguos al mismo que habla mal. Tiene innumerables efectos secundarios que seguramente  en la actualidad no los podemos ver tan palpables como en los relatos de Levítico pero están allí; de la maledicencia se pueden desprender sentimientos tan fuertes y perversos como el rencor, el odio, resentimientos, rabia, enemistad, rechazo, hostilidad entre muchos otros.

Es tan sutil que fácilmente y (muchas veces sin proponérnoslo) caemos en la murmuración, en la queja, protesta o reclamo de cosas que seguramente no tiene sentido o no nos corresponde a nosotros (chisme); pero nos dejamos llevar dando nuestra “opinión” de algún hecho  que hasta nos creemos con el derecho y obligación de exponer nuestro punto de vista. Hablamos fuerte, nos molestamos, proponemos soluciones o formas de actuar y hasta decimos “yo no lo hubiera hecho” o “yo lo hubiera hecho así”.

Tómate un momento para pensar si alguna vez te pasó. Hablaste mal de una persona, te molestaste, dijiste lo que tenías que decir…pero a otros y olvidaste un pequeño detalle, le expresaste la molestia o hablaste cara a cara con “la persona en cuestión?

Ahora vamos un poco más allá, si eres casado y esa persona es tu esposo/a, te molestaste aún más? te sulfuraste, gritaste y te creíste con más derecho de molestarte y hasta dijiste cosas que luego lamentaste?. Esta es una de “esas” contradicciones de la vida que al más cercano, al que más amo, con él/ella soy más exigente, emito mayores y más severos juicios. Finalmente es  nuestro cónyuge al más difícil de perdonar y para terminar hablo mal de mi pareja con otras personas.

Revisemos el proceso paso a paso que el mismo Eterno le ordenó a Moshe se estableciera para la purificación y perdón de una persona que sufriera de Tzaraat de acuerdo con [Levítico 14:1-20]:

  • »Será presentada ante el sacerdote,  quien la examinará fuera del campamento.
  • Si el sacerdote comprueba que la persona infectada se ha sanado de su enfermedad, mandará traer para la purificación de esa persona dos aves vivas y puras, un pedazo de madera de cedro, un paño escarlata y una rama de hisopo.
  • Después el sacerdote mandará degollar la primera ave sobre una vasija de barro llena de agua de manantial.
  • Tomará la otra ave viva, la madera de cedro, el paño escarlata y la rama de hisopo, y mojará todo esto junto con el ave viva en la sangre del ave que fue degollada sobre el agua de manantial.
  • Luego rociará siete veces a quien va a ser purificado de la infección, y lo declarará puro.
  • Entonces dejará libre a campo abierto el ave viva.
  •  El que se purifica deberá lavarse la ropa, afeitarse todo el pelo y bañarse. Así quedará puro.
  • Después de esto podrá entrar en el campamento, pero se quedará fuera de su carpa durante siete días. 
  • Al séptimo día se rapará por completo el cabello, la barba y las cejas; se lavará la ropa y se bañará. Así quedará puro.
  • Al octavo día, el que se purifica deberá traer dos corderos sin defecto y una cordera de un año, también sin defecto; como ofrenda de cereal traerá seis kilos de flor de harina amasada con aceite, junto con un tercio de litro de aceite.
  • El sacerdote que oficia en la purificación presentará ante el Señor, a la entrada de la Tienda de reunión, al que se purifica y a sus ofrendas.
  • Después el sacerdote tomará uno de los corderos y, junto con el aceite, lo ofrecerá como sacrificio por la culpa. Lo mecerá ante el Señor, pues se trata de una ofrenda mecida.
  • Después degollará al cordero en el lugar santo, donde se degüellan las víctimas del sacrificio expiatorio y del holocausto, porque el sacrificio por la culpa, al igual que el sacrificio expiatorio, pertenecen al sacerdote. Se trata de algo sumamente sagrado. 
  • Luego tomará el sacerdote un poco de sangre del sacrificio por la culpa y la untará en el lóbulo de la oreja derecha, en el pulgar de la mano derecha y en el dedo gordo del pie derecho del que se purifica.
  • El sacerdote tomará un poco de aceite y se lo echará en la palma de la mano izquierda. 
  • Mojará el índice de la mano derecha en el aceite que tiene en la palma izquierda, y rociará el aceite siete veces ante el Señor.
  • Luego, del aceite que le quede en la mano, el sacerdote untará un poco en el lóbulo de la oreja derecha, en el pulgar de la mano derecha y en el dedo gordo del pie derecho del que se purifica, sobre la sangre del sacrificio por la culpa. 
  • El sacerdote derramará sobre la cabeza del que se purifica el aceite que le quede en la mano. De este modo celebrará ante el Señor el rito de propiciación por él.
  •  A continuación, el sacerdote ofrecerá el sacrificio expiatorio, haciendo propiciación por el que se purifica de su impureza.
  • Hecho esto, degollará la víctima del holocausto,  y la ofrecerá en el altar junto con la ofrenda de cereal. Así hará propiciación por él, y lo declarará puro.

 

Qué proceso exigió el Eterno!!! Todo un ritual de cosas que seguramente no eran tan fáciles de conseguir, que tenían que costar un precio alto y el tiempo que se debía invertir para lograr la sanidad de la Tzaraat y el perdón del Eterno, pero mayor  fue el precio que pagó Yeshúa en el madero expiando nuestras culpas inclusive ésta que pasa por algo menor o sin mayor importancia pero que nos es contada y que valió lo más preciado para nuestro Padre, la vida y hasta la última gota de sangre de su unigénito.

Ahora traigámoslo a nuestro tiempo: qué esfuerzo hacemos nosotros por conseguir el perdón de alguien de quien hemos hablado, lo buscamos, pedimos perdón, restituimos?

Tal como dice la Torá, revisemos nuestra conducta en estas cosas que a veces son las más simples pero las que causan más dolor al prójimo y a nosotros mismos y estemos continuamente esforzándonos por no caer en la crítica y murmuración; sobre todo si es a nuestra pareja a quien mayormente ofendemos.

Shavua Tov!!!

Bibliografía

Torat Emet Editorial Keter Tora

www.sinonimosonline.com/rencor

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Perfil Patricia Gil García

Patricia Gil García, junto con mi esposo cabezas del Ministerio «Parejas en Construcción» y con mi familia, miembros de la comunidad Yovel desde su inicio.  Me siento profundamente honrada y agradecida con el Eterno por permitirme compartir con ustedes algunos conceptos que espero sean de bendición para sus vidas.

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