Redefinición de la esclavitud con un propósito más allá de lo evidente.
Por: Carolina Aguirre
El rescate de los hijos de Israel del yugo de Egipto es una historia asombrosa. En su momento, nadie habría creído posible que el Faraón permitiera la liberación de sus esclavos. Sin embargo, este hecho histórico sólo fue posible gracias a la intervención divina.
No ocurrió de manera instantánea, con un simple chasquido de dedos, sino que requirió una sucesión de eventos extraordinarios, milagrosos e imponentes, nunca antes vistos. Fue Dios mismo quien libró la batalla para liberar a su pueblo.
Una vez fuera de Egipto, Adonai presentó a su pueblo una nueva constitución, estableciendo un conjunto de leyes de justicia civil conocidas como Mishpatim.
“Estas son las leyes (mishpatim) que les propondrás. Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre, de balde. Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, saldrá él y su mujer con él. Si su amo le hubiere dado mujer, y ella le diere hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo. Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre; entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre.” Éxodo 21:1-6
Paradójicamente, las primeras de estas leyes abordan el tema de la esclavitud en vez de abolirla. Resulta difícil de comprender que el mismo Dios que literalmente movió tierra, cielo y mar para liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto ahora les entregue leyes que regulan una esclavitud.
Sin embargo, al analizar con detenimiento estas primeras regulaciones, podemos notar que la esclavitud mencionada aquí en realidad es atípica, pues establece que los amos deben liberar a sus esclavos en el séptimo año.
Y es aquí donde surge el punto más interesante. Esta nueva constitución continúa con el caso de un esclavo que, al llegar al séptimo año, ama tanto a su amo que solicita permanecer a su servicio de por vida. Para ello, se establece un procedimiento formal y legal que oficializa este vínculo, y a quien toma esta decisión voluntariamente se le denomina Eved Olam, o «esclavo por la eternidad».
Si lo analizamos desde una perspectiva racional, podría parecer inconcebible que alguien en su sano juicio desperdiciara la oportunidad de ser libre. Sin embargo, este razonamiento revela que no estamos comprendiendo el verdadero significado del pasaje. En realidad, Dios no está hablando de una persona común de carne y hueso, sino que utiliza esta historia como una metáfora de su relación con el pueblo que acaba de rescatar de Egipto.
Esta es una profecia en donde se habla de seis años o seis tiempos de esclavitud en donde al llegar la plenitud del tiempo, es decir el séptimo tiempo, todos anhelarán estar en la casa de Adonai. Sin embargo, solamente aquel esclavo que ha vivido en su casa y conoce el gran amor de su Señor se le permitirá ser ese Eved Olam, esclavo por la eternidad.
En aquel día el esclavo le dirá a su Señor:
“Yo quiero ser esclavo de tu amor,
estar junto a ti por la eternidad.
Solo un minuto junto a ti,
es más valioso que lo que jamás viví.
Amor como el tuyo jamás encontraré.
Me amas tanto que quiero ser esclavo de tu amor.
Yo solo quiero ser esclavo de tu amor.”
Carolina Aguirre
¡Shavúa Tov!

Soy comunitaria de Yovel y profesora de Benei Mitzvah.