Por Rocío Delvalle Quevedo
En los últimos días, te has preguntado ¿por qué el rabino Shapira dijo que en un injerto los frutos son diferentes y por qué la rama injertada sana al árbol que se creía sano? ¿Lo quieres saber? ¡Sigue leyendo!
Introducción
Quiero comenzar por decir, que normalmente vengo acostumbrada a escribir sobre la parashá semanal o aún en algunos casos sobre la fiesta bíblica más próxima. Sin embargo, esta vez presento ante ustedes, algunas curiosidades biológicas y específicamente botánicas (eso sí como de costumbre), de un conocido texto de la Brit Hadashá (Pacto Renovado, Nuevo Testamento), que quizá no está muy conectado con la parashá (Porción de la Torá) de esta semana ni con la fiesta de Janucá que se aproxima. Es una inquietud que traigo desde la pasada parashat Vayelej (Y fue), mencionada por Dudu en la parashat Bereshit (En el principio), retomada durante la visita del rabino Shapira en el día de Yeshiva, que se hizo dentro de la semana de la parashat Vayetzé (y salió) y, que finalmente comparto con ustedes en esta parashat Miketz, que en el humor del Altísimo traduce “Al fin”.
Sin más preámbulos, me refiero al pasaje del olivo silvestre injertado en el olivo cultivado, en la Carta de Rab. Shaul (Pablo) a los Romanos en el capítulo 11. Aunque parece sencillo, es un tema denso tanto en lo académico como en lo espiritual, por lo que, tomando una frase de nuestro hermano Edwin Silva, intentaré develar capa por capa, y seguramente no se agotará por completo en este artículo. Además, quiero ser reiterativa, en que lo que hago en estos escritos es deleitarme en las coincidencias que encuentro entre lo que está en la Escritura con lo que conozco por mi formación académica y profesional, pero que es mucho lo que me faltaría estudiar y conocer para afirmar que lo que estoy diciendo es la correcta interpretación de lo que está escrito, es solo una libertad que me doy de curiosear en la Escritura y que abro mi corazón al compartir con ustedes. Así que los invito, a que me acompañen en esta aventura de curiosidades biológicas y bíblicas.
ἐλαία, καλλιέλαιος y ἀγριέλαιος
“17 Ahora bien, es verdad que algunas de las ramas han sido desgajadas, y que tú, siendo de olivo silvestre, has sido injertado entre las otras ramas. Ahora participas de la savia nutritiva de la raíz del olivo. 18 Sin embargo, no te vayas a creer mejor que las ramas originales. Y si te jactas de ello, ten en cuenta que no eres tú quien nutre a la raíz, sino que es la raíz la que te nutre a ti.” [Romanos 11]
En estos dos versos hay varios puntos a resaltar. Tenemos una especie de árbol, la oliva (Olea europaea, Familia: Oleaceae), que corresponde al término griego ἐλαία (Elaia, Strong G1636). De esta especie, se mencionan dos variedades un olivo cultivado, καλλιέλαιος (Kallielaios, Strong G2565, en el verso 11:24) y una variedad silvestre que en español antiguo es conocido como acebuche y en griego como ἀγριέλαιος (Agrielaios, Strong G0065). En la analogía que usa Rab. Shaul, se podría asemejar a la humanidad en su conjunto como la especie, el pueblo de Israel como la variedad cultivada y las demás naciones como la variedad silvestre.
Ya en este punto, es relevante mencionar que la existencia hoy en día de variedades vegetales cultivables (el maíz, el arroz, los olivos, las manzanas, etc.) son el resultado de un proceso conocido como domesticación. La domesticación no solo ocurrió en la historia de la humanidad con los animales, las plantas también fueron domesticadas. Y este proceso, implicó sacar las especies silvestres de su entorno natural, y comenzar a seleccionarlas y someterlas a una serie de tratamientos para adaptarlas al lugar donde alguna población humana requería asentarse y seguir alimentándose de esa especie y hacerla cada vez más productiva para su beneficio, es decir, con frutos de mayor tamaño o mejor sabor, características de mayor resistencia a determinadas condiciones ambientales, etc. Esto implicó que aún cuando dichas variedades domesticadas, aún seguían siendo la misma especie de las variedades silvestres, desarrollaron características morfológicas y fisiológicas diferentes, que las separaban ligeramente (Bidlack, Jansky, & Stern, 2013).
Lo interesante es que eso mismo fue lo que pasó con el pueblo de Israel. Desde Avraham avinu (nuestro padre Abraham), un ser humano que el ETERNO sacó de su tierra y de su parentela, y fue llamado a vivir de una manera diferente a la del resto de los humanos que lo rodeaban, el ETERNO comenzó a hacer un pueblo apartado, pasando por Yitzjak (Isaac) y Yaacov (Jacob), hasta la nación que hoy conocemos como Israel. Son un pueblo que pertenece a la especie humana, cuyas características, marcadas fundamentalmente por el seguimiento a la Torá, van en contra corriente del sistema mundo.
El injerto
Volviendo al pasaje citado, el proceso de domesticación no se menciona explícitamente, aunque se infiere de la mención de las dos variedades nombradas. Lo que sí se explicita, es el proceso de Injertar. La palabra griega utilizada en el texto de Romanos 11 para injertar es ἐγκεντρίζω (Egkentrizo¸ Strong G1461). Es una palabra que se puede dividir en tres partes ἐν (En) + κέντρον (aguijón, pinchazo) + ῥίζα (raíz). Y lo menciono porque esta construcción en griego de la palabra, como un aguijón en una raíz, es sumamente cercana a lo que significa injertar. El injerto es un proceso por el cual segmentos de diferentes plantas son conectadas e inducidas a crecer juntas como una sola planta. Este ha sido realizado como un arte horticultural por miles de años que data alrededor de los 1560 antes del Mesías. Las plantas pueden ser de diferentes variedades o incluso de diferentes especies, pero deben estar relacionadas. Por ejemplo, se pueden injertar ramas de Naranja, limón y pomelo en la misma raíz de un cítrico (diferentes especies, todas son del género Citrus) o un olivo silvestre en uno cultivado (diferentes variedades de la misma especie) (Bidlack, Jansky, & Stern, 2013).
Para entender cómo un injerto puede ser o no exitoso, debemos examinar primero la estructura de los tallos y aprender las funciones básicas de algunos de sus tejidos. Primero empecemos por recordar que las plantas están formadas por varios órganos. En el caso de los árboles, éstos son principalmente: la raíz, el tallo, las ramas, las hojas, las flores y los frutos. Dentro del texto de Romanos referido, son dos de estos órganos los que resaltan, las ramas y la raíz. Como se dijo previamente el término griego utilizado para raíz es ῥίζα (Rhiza, Strong G4491), por su parte las ramas son referidas con el término κλάδος (Klados, Strong G2798). Y son precisamente éstos dos órganos los más relevantes en el momento de hacer un injerto. Usualmente lo que se hace es injertar las ramas de una variedad en la raíz de otra. A la planta que presta su raíz se le llama patrón, y a la que pone las ramas se le llama injerto o variedad (Rivas-Torres, 1998).
¿A razón de qué se hace todo este proceso? ¿Cuál es la motivación para hacer que las ramas de una especie o variedad sean injertadas en la raíz de otra? Bueno, según los agrónomos y agricultores, algunas de las razones están relacionadas con el hecho que la planta patrón tiene ciertas características que le permiten hundir sus raíces en ciertos terrenos donde la variedad injertada no podría subsistir con raíces propias, o porque dicho patrón tiene mayor resistencia a enfermedades en sus raíces y las bases de sus tallos, que las variedades injertadas (Diputación Foral: Departamento de Agricultura; Guana, 2016). Es decir, la planta injertada que tiende a ser más reciente que la planta patrón, aprovecha las ventajas que el patrón ofrece por el hecho de haberse asentado previamente en un terreno, y su antigüedad interactuando con el mismo. Lo que podríamos encontrar en este sentido en el texto de Romanos, es que el pueblo de Israel siendo el olivo patrón, habiendo sido elegido por el Altísimo desde antaño, tiene un tiempo de ventaja en hundir sus raíces en el terreno. Para nosotros las ramas injertadas, los que antes fuimos otra variedad de olivo (silvestre), es difícil asentar nuestras raíces directamente mas, a través de ellos (el pueblo de Israel) podemos acceder.
Y entonces, la pregunta que surge es: ¿cómo es posible que, al conectar las ramas de una planta con las raíces de otra, la planta injertada pueda aprovechar las ventajas del trabajo que hace las raíces de la pimera? Es en este punto donde es necesario conocer algunas particularidades de los tejidos de las plantas y su funcionamiento. Lo más relevante para el caso que nos ocupa, es que los tejidos de las plantas, al igual que los de los animales, están conformados por células que se han agrupado y se han especializado para una función específica. En el caso de los vegetales, hay una clasificación general en dos grupos: los tejidos primarios y los secundarios. Los tejidos primarios “pueden considerarse como tejidos embrionarios que persisten en la planta durante toda su vida y son responsables del crecimiento permanente de la planta” tanto en longitud como en grosor. Por su parte los tejidos secundarios, son originados a partir de los primarios por desdiferenciación o especialización (Perea, González, Campos, Guillot, & Cogua, 2007). Es decir, inicialmente la planta tiene unas células en su semilla, que se van multiplicando a partir de la célula madre, todas estas tienen el material genético y el potencial para llegar a ser cualquier tipo de célula de la planta, y con el pasar del tiempo cada una va expresando una parte de su material genético para ser un tipo específico de célula.
Dentro de los tejidos secundarios existen unos muy importantes, los de conducción. De éstos probablemente, ya muchos de ustedes han oído, el xilema y el floema (que por ubicación, rodea al xilema). Éstos son los encargados de conducir la sabia a lo largo y ancho de toda la planta. Luego, si éstos son tejidos secundarios, ¿cuáles son los tejidos primarios a partir de los cuáles se originan? Pues bien, es un tejido llamado cambium vascular, y se ubica entre el xilema y el floema, de manera que el crecimiento y diferenciación del cambium hacia adentro origina tejido xilemático y hacia afuera origina tejido floemático (Perea, González, Campos, Guillot, & Cogua, 2007).
Y ¿qué tiene que ver todo esto con el proceso del injerto? Que una de las seis claves del éxito de un injerto es que, depende de un buen contacto entre el cambium vascular de ambos tanto la rama injertada como de la raíz patrón (Diputación Foral: Departamento de Agricultura; Rivas-Torres, 1998). Como ya les mencioné, el cambium vascular es un tejido que es interno, y está por debajo de la corteza tanto del tallo del patrón como de las ramas del injertado. Para que el injerto se logre no es suficiente un contacto superficial corteza con corteza, debe ser un contacto íntimo, que implica que ambas plantas sean “heridas” y “abiertas”, descubiertas de su corteza, exponer el interior, y que dicha intimidad de ambas se ponga en contacto. ¡¡¡¡Que hermosura!!!! Y lo digo porque el Altísimo, bendito sea su Nombre, nos había permitido, como Comunidad Yovel, tener una buena relación con la comunidad judía de Bogotá, y tener diferentes acercamientos a la tierra de Israel como tal. Pero en los últimos tiempos, la visita del Rab. Yitzjak Shapira, entre otras situaciones, desde mi humilde opinión, ha sido un acercamiento mucho más íntimo, ha sido exponer nuestras debilidades, nuestra necesidad de beber de la leche no adulterada, aunque el ETERNO ha sido bueno y nos ha estado atrayendo a buenos pastos, todavía es mucho lo que necesitamos conocer, y por nuestras propias raíces no podemos acceder. Y de la misma manera, personas como Rab. Shapira, han abierto el corazón, han expuesto públicamente en nuestra comunidad el arrepentimiento a que el ETERNO está llamando a su pueblo y las persecuciones que han sufrido por reconocer a Yeshúa (Jesús) como Mesías, han expuesto su interior.
Nutrición radical
Adicionalmente, no podemos olvidar que el cambium, da origen a los tejidos de conducción, el objetivo que persigue hacer un injerto, no es solo un contacto íntimo, sino que el cambium de ambas plantas comience a crecer en conjunto de manera que se conecten los vasos conductores de ambas y que la savia comience a intercambiarse entre el patrón y las ramas injertadas. Hablar de xilema y floema, implica hablar de savia bruta y savia elaborada, lo que a su vez va ligado a dos procesos fundamentales de la fisiología de una planta, la nutrición radical y la fotosíntesis.
Iniciemos con la nutrición radical. Todos hemos visto, o por lo menos nos han contado, que un árbol siempre está “enterrado” en un sustrato, las raíces suelen estar por debajo de la superficie y el resto de la planta crece hacia el cielo. Este sustrato, el suelo, es como una sopa en la que hay agua, minerales (zinc, potasio, nitrógeno, fósforo, etc.) y algunos otros microorganismos y animalitos. De todas éstas cosas para la planta es de suma importancia interiorizar agua y los minerales nombrados, y es esta función la que cumple la raíz. Ahora, si como se dijo previamente, no cualquier raíz puede asentarse en cualquier sustrato, esto implica que la nutrición radical (hacer que nutrientes y agua entren a la planta) involucra un proceso activo, que requiere energía y diferentes combinaciones de características de la planta. Dicho de otra manera, la raíz y la planta misma tienen que trabajar y esforzarse para que los nutrientes ingresen y queden disponibles para los otros órganos. Este caldo de agua y nutrientes es lo que tras ingresar por la raíz es conducido a través del xilema y llevado desde la base de la planta hasta la punta de la rama más alta (Taiz & Zeiger, 2010). En el caso del injerto, tras haber puesto el cambium vascular de patrón y rama en contacto y haber crecido juntos, el conducto del xilema se vuelve uno solo, por lo que aún las ramas del injerto son nutridas con la savia que proviene de la raíz del patrón (Junta de Andalucía: Consejería de Acuicultura y Pesca, 2007).
Lo anterior es el detalle biológico de lo expuesto por Rab. Shaul en Romanos 11:17: “…siendo de olivo silvestre, has sido injertado entre las otras ramas, ahora participas de la savia nutritiva de la raíz del olivo…”. Es el pueblo de Israel, tras todos los años de salvaguardar la Torá y de estudiarla con dedicación y esfuerzo, quien logra interiorizar todas sus riquezas, y transmitirlas incluso a aquellas ramas injertadas del olivo silvestre.
Por otro lado, quienes tradujeron al español las palabras de la carta conocían lo que implicaba en términos fisiológicos conectar una rama a una raíz, participar de la savia bruta. Sin embargo, si bien desde la biología esta es una inferencia correcta, cuando se revisa el texto en griego encontramos que los términos utilizados en el verso 17 son συγκοινωνός (Sugkoinonos, Strong G4791) que traduce compartir y πιότης (Piotes, Strong G4096) que traduce enriquecerse. Lo que dice es que “ahora tú compartes y te enriqueces (te llenas, te nutres) a partir de la raíz”. Y en el verso 18, que en la Nueva Versión Internacional se refiere como “la raíz te nutre a ti” se utiliza el término βαστάζω (Bastazo, Strong G0941), que traduce sustentar. A lo que voy con todo esto, es que como tal la palabra “Savia” no aparece en el griego, y que si bien las tres palabras usadas pueden referirse perfectamente a la nutrición radical, dejan por fuera otra muy importante función que tiene una raíz, y es la de dar sustento, no solo nutritivo, sino físico.
La raíz al crecer profundamente al interior de un sustrato sólido, como es el suelo, hace que el resto del árbol pueda mantenerse erguido y no sea desarraigado y caiga. Cuando las raíces no son fuertes o cuando el mismo sustrato ha sido disminuido, al venir vientos y tempestades la planta se viene abajo. Por el contrario, cuando la raíz está bien agarrada a un buen sustrato, mantiene en pie al resto de la planta (Bidlack, Jansky, & Stern, 2013). Así mismo, en la medida en que el pueblo de Israel ha mantenido sus raíces fuertemente arraigadas al buen sustrato de la Torá y de su identidad e historia como pueblo de Israel, el resto de la planta, aún las ramas que hemos sido injertadas podemos mantenernos en pie.
Fotosíntesis
En este punto quiero detenerme por un momento y preguntar, tal como lo hizo el Rab. Shapira, ¿acaso todo esto es solo acerca de nosotros? ¿acaso el objetivo era injertarnos para que pudiéramos nutrirnos de la raíz y no más? Es entendible que en el contexto en que Rab. Shaul escribe las palabras de este capítulo tenía la clara intención que los que fuimos injertados no nos jactáramos contra la raíz. No obstante, pensar en que el ETERNO nos injertó en la raíz, solo para nuestro beneficio, ¿no podría llegar a ser también una jactancia? Pues, desde la biología, quiero recordar que cuando se hace un injerto y entra en contacto el cambium vascular, no solo se conecta el xilema, sino también el floema, el tejido que transporta los productos elaborados en la fotosíntesis.
Hablemos entonces de la fotosíntesis. Con lo dicho hasta el momento, podrían entrar en conflicto algunas nociones que se traen desde el colegio. Cuando nos enseñan las diferencias entre plantas y animales, una de las más clásicas es que los animales son heterótrofos y las plantas autótrofas, que los animales tienen que obtener su alimento ya elaborado del exterior, mientras las plantas fabrican su propio alimento. Ustedes dirán: “me acabas de decir que a través de las raíces las plantas se nutren, ¿cómo entonces son autótrofas?”. Ok, la respuesta es, porque las plantas hacen fotosíntesis (Perea, González, Campos, Guillot, & Cogua, 2007).
La razón por la que animales y humanos comen, es principalmente porque de la comida extraen energía, y con esta energía desarrollan todos los procesos fisiológicos que los mantienen vivos. Mas, la nutrición radical no le suministra a la planta energía, ella obtiene energía para sus procesos vitales gracias a la fotosíntesis. Proceso mediante el cual los vegetales son capaces de convertir la energía lumínica del sol (la luz solar) en energía química. Y ¿esto cómo se logra? Pues por una serie de pasos bioquímicos en los que, a partir de dióxido de carbono, agua y la energía lumínica, la planta construye moléculas de glucosa, que al polimerizarse (unirse) se convierten en moléculas más grandes como el almidón (Taiz & Zeiger, 2010).
Son varios los puntos relevantes de esto. En primer lugar, que el proceso de la fotosíntesis se da en las hojas, y las hojas están sobre las ramas. Esto es que, en una planta injertada, tanto las ramas naturales como las ramas injertadas tienen la posibilidad de hacer fotosíntesis. En segundo lugar, que los productos de la fotosíntesis, la luz-energía lumínica transformada en almidones-energía química aprovechable por la planta también conocida como savia elaborada, baja desde las hojas por los conductos del floema hasta las partes más profundas de la planta, tales como la raíz. De manera, que la savia elaborada en las ramas injertadas también alcanza a la planta patrón. Lo más hermoso de todo esto, es que ambos procesos son sumamente interdependientes. Algunos de los minerales interiorizados por la raíz actúan como moléculas complementarias y participantes en el proceso de la fotosíntesis. Y como ya lo dije el agua bombeada desde la raíz hacia las hojas es uno de los insumos fundamentales para la construcción de moléculas de energía química. Mientras que, por su parte, como lo dije previamente, el trabajo realizado por la raíz para lograr que el agua y los nutrientes entren a la planta, requiere energía, y esta energía le es suministrada mediante las moléculas construidas en el proceso de la fotosíntesis y conducidas mediante el floema (Taiz & Zeiger, 2010).
Mis amados hermanos, Yeshúa dijo, yo soy la luz del mundo [Juan 8:12]. Las hojas en las plantas funcionan como unas antenitas que capturan luz, y si bien existen algunos factores limitantes sobre los cuáles no entraré en detalles en este momento, sí se ha demostrado que entre mayor cantidad de luz la planta logre capturar, mayor será la tasa fotosintética (Perea, González, Campos, Guillot, & Cogua, 2007). Si tratamos de comparar lo expuesto, con la figura que utilizó rab. Shaul, en el momento en que algunas de las ramas fueron desgajadas de la raíz, y quedaron solo algunas ramas originales, biológicamente se podría pensar en que la tasa fotosintética de la planta disminuyó. Si los dos procesos (nutrición radical y fotosíntesis) son interdependientes, al haber una disminución en la fotosíntesis y, por tanto, en la cantidad de energía de que dispone la planta, podríamos pensar que también habría efectos negativos en la función de la raíz, por ejemplo, deficiencia en la incorporación de nutrientes en las plantas, que a su vez trae diferentes tipos de enfermedades. Esto me lleva a pensar, en que precisamente por haber rechazado al Mesías Yeshúa y haber sido arrancadas estas ramas, la cantidad de luz que llegaba era deficiente y la planta pudo haber llegado flaquear e incluso morir. Aún así, el Altísimo mantuvo un remanente, una parte del pueblo que creyó en Yeshúa, que siguió aferrado a la luz y que mantuvo en pie a la planta.
Además de esto, cuando otras ramas, aún de otra variedad son injertadas, y logran entrar en contacto íntimo con la raíz patrón, aumenta el follaje de la planta como conjunto (Junta de Andalucía: Consejería de Acuicultura y Pesca, 2007), hay más antenitas, aumenta la tasa fotosintética, la planta dispone de más energía, porque se logra capturar mayor cantidad de la luz que es el Mesías, y hay un reavivamiento de la planta en su conjunto. Es de esta manera, como yo desde la biología entiendo las palabras del Rab. Shapira, que existe una interdependencia entre las ramas injertadas y la planta patrón. Ellos (los judíos, los israelitas) tienen una raíz sólida que puede deslizarse por el delicioso sustrato de la Torá y extraer de esta todas sus riquezas, pero nosotros las ramas injertadas tenemos la luz del Mesías Yeshúa. Si bien hay un remanente del mismo patrón, unas ramas que no fueron desgajadas y que están trayendo luz a su propio pueblo, nosotros también tenemos un rol, y podemos junto con las ramas originales traer la luz del Mesías a la raíz. Y de esta manera también entiendo lo que decía el rab. Shapira, en cuanto a que el ETERNO injertó las ramas para salvación del pueblo de Israel, porque solo en Yeshúa hay salvación.
Epílogo
Hasta aquí hemos hablado de las raíces, las ramas y las hojas, y ¿qué de las flores y los frutos? Bueno este párrafo está dedicado a varios comunitarios de Yovel que tras haber asistido a la Yeshivá con Shapira, me comentaron que él había dicho que los frutos del injerto eran diferentes a los de las ramas del patrón. Y está en todo lo correcto. Hacer un injerto es muy diferente a hacer una hibridación. En las plantas las hibridaciones se hacen con el polen y los óvulos de las flores, y en algunos es posible que se haga entre diferentes variedades y especies. En estos casos hay una mezcla de material genético de una variedad/especie y la otra, por lo que tanto el fruto como las plantas que nazcan de las semillas de esos frutos serán una mezcla de los dos parentales (Bidlack, Jansky, & Stern, 2013).
Muy diferente es lo que ocurre con los injertos. Como lo mencioné, este se realiza entre dos órganos ya diferenciados de las dos plantas, una raíz y una rama. La identidad genética de cada una al llegar al injerto ya está definida y no se altera aun cuando entran en contacto íntimo. Lo que comienzan a intercambiar es energía, agua y nutrientes, pero al momento de florecer y fructificar cada rama dará fruto según su genética original (Junta de Andalucía: Consejería de Acuicultura y Pesca, 2007). Ejemplo de esto, es que comercialmente sobre una raíz de una planta de durazno (planta patrón) se injertan ramas de ciruela, almendra y albaricoque (diferentes especies del mismo género Prunus, Familia: Rosaceae), y si bien todas se nutren de la raíz del durazno cada rama da su fruto respectivo. Y es una maravilla de la naturaleza y de las innovaciones del ser humano, que de un mismo árbol se cosechan las tres (Bidlack, Jansky, & Stern, 2013).
Hay algunas otras sorpresas, que se pueden descubrir al seguir indagando en todo lo relacionado con la cultura del injerto. Sin embargo, ya de por sí el artículo está un poco largo, así que quiero finalizar compartiendo con ustedes algo que encontré y que no voy a entrar a desglosar, sino que teniendo en cuenta todo lo que se ha expuesto, y pensando en nosotros como las ramas injertadas, y en el pueblo de Israel como ese olivo natural, cada quien saque sus conclusiones sobre lo que los siguientes seis puntos pueda significar:
Hay seis reglas que deben tenerse en cuenta para el éxito del injertado (Diputación Foral: Departamento de Agricultura):
- La variedad y el patrón deben ser compatibles, es decir, han de poderse unir y formar una sola planta.
- La variedad y el patrón deben proceder de material vegetal sano, es decir, no han de presentar enfermedades y deben estar libres de virus
- El cambium del patrón y de la variedad deben quedar en contacto íntimo
- El injertado debe hacerse en época oportuna, en que patrón y variedad se encuentran en estado fisiológico adecuado de actividad vegetativa. Cuando la corteza se separa con dificultad (está muy pegada) la época, por lo general, no es oportuna
- Inmediatamente después del injertado todas las superficies cortadas deben protegerse cuidadosamente, con cinta plástica, mastic o pasta protectora, para evitar la desecación e infección de los tejidos
- Se deben cuidar y vigilar los injertos hasta que la variedad crezca convenientemente.
Quiera el Altísimo que para los que somos ramas injertadas podamos abrirnos y entrar en contacto íntimo para recibir la rica savia proveniente de la raíz y así mismo mantengamos activas las antenitas de nuestras hojas para seguir recibiendo la luz del Mesías y haciendo fotosíntesis para, por qué no, acercar a Yeshúa al pueblo de Israel. Y oramos porque para los que son olivo natural puedan mantener su esforzado estudio de las Escrituras, y para que tanto las ramas que permanecieron en pie como las que están siendo reinjertadas, sigan abriendo sus hojas (ojos) a la luz de Yeshúa y para que con amor abran su corazón y entren en intimidad con las ramas injertadas, y todos como una sola planta, podamos seguir creciendo y edificando El Reino.
Shavua Tov!
Referencias
Bidlack, J., Jansky, S., & Stern, K. (2013). Stern’s Introductory Plant Biology (Ninth Edition ed.). McGraw-Hill Higher Education.
Diputación Foral: Departamento de Agricultura. (s.f.). Injertos en Frutales. Vizcaya.
Guana, O. (2016). Colaboración oral. Creyente en Yeshúa: Ingeniero Agrónomo. Universidad Nacional.
Junta de Andalucía: Consejería de Acuicultura y Pesca. (2007). Tratado del Injerto de Claudio Boutelou. Viceconsejería. Servicio de Publicaciones y Divulgación.
Perea, M., González, T., Campos, H., Guillot, G., & Cogua, J. (2007). Los Seres Vivos: Morfología, Fisiología, Genética, Ecología y Biotecnología. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Rivas-Torres, D. (1998). Injerto de Árboles. En B. Teskey, “Orchard Grafting”. Canada: Government of Ontario.
Taiz, L., & Zeiger, E. (2010). Plant Physiology (Fifth Edition ed.). Massachusetts: Sinauer Associates.
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Soy Bióloga de la Universidad Nacional de Colombia y creyente en el Mesías Yeshúa desde la cuna. En la actualidad estoy cursando una maestría en Medio Ambiente y Desarrollo también en la Universidad Nacional. El estudio de la Creación del Altísimo ha sido mi pasión, y me deleito en ampliar mi comprensión del texto bíblico desde el conocimiento de las Ciencias Ambientales.
Rocio gracias por was explicación tan expectacular….realmente fantástica.
Rocío, Lo largo del artículo es lo de menos!!!
Gracias por tomarte el tiempo, poner tus conocimientos al servicio de otros y dar una explicación tan detallada de un tema que uno cree entender.
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Rocío, fantástica amalgama entre las escrituras y la fisiología vegetal. Palabras clave, el injerto espiritual, la fotosíntesis entre la savia original y la luz cada vez más abundante, que proviene de Yeshua.